Tan reciente
como ayer, pregunté a un grupo de personas que si es posible ser Santos. Muchos a coro me dijeron: “Sí, es posible”,
otros agregaron: “pero es un
proceso”. Entonces le coloqué el verso
de invitación a ser santos que aparece
en la carta de 1 Pedro 1:16: “porque
escrito está, Sed Santos, por que yo soy santo”. El apóstol Pedro dice “porque escrito esta”
por que a pesar de que algunos se incomodan con los primeros 39 libros de la
Biblia, fueron esos libros precisamente los que leyó Jesús y toda la Primera
Iglesia fundada a través de los Apóstoles de Jesucristo. Pedro estaba hablando sobre Levíticos 20:7
donde dice: “Santificaos, pues, y sed santos,
por que yo Jehová soy vuestro Dios”.
Antes de
poder entrar en la posibilidad de la Santidad y sentirnos presionados por el
mandato a ser algo que puede ser que sea difícil o imposible ser, tenemos que
saber que es ser Santo. Si nos damos a
la tarea de buscar que significa “Santo” en el Diccionario de la Real Academia
Española, encontrará un largo listado de definiciones de lo que significa. La mas común utilizada lo es precisamente la
definición que encabeza la lista:
“Perfecto y libre de toda culpa”. ¿Será posible ser perfecto y libre de
toda culpa?”. La otra definición que me
gustaría destacar, esta en la posición numero cuatro del diccionario y lo es: “Dicho de una cosa: que está especialmente
dedicada o consagrada a Dios”. ¿Es
posible estar dedicado o consagrado a Dios?
Mi respuesta, para ambas preguntas es: Sí, ambas son posibles.
La Santidad o
el ser santo, bíblicamente hablando podemos decir que: es una cualidad fundamental de Dios, es una
virtud indispensable de todo creyente y se puede atribuir la santidad a
elementos o cosas. El término hebreo
para santo es: “Kadosh”. Esto significa: puro (ya sea físico,
espiritual, moral o de ritual *ritualmente). Otra definición aceptada en la biblia para este
concepto es “separado” y “consagrado”.
En el Nuevo Testamento se utiliza el termino “hagios” que se puede
traducir como separado, consagrado, puesto aparte o puro.
¿Cómo puedo ser santo?
Al igual que
la salvación, la santificación no puede hacerse por nuestros propios
méritos. Es por esto que la
santificación no es un código de vestimenta, ni se define en sí misma como
abstención de deleites, ni prohibición de ciertas cosas. Se trata mas de “SER” que de “HACER”. Muchas personas pueden tener el código de
vestimenta conservador, pueden abstenerse de deleites, pueden auto prohibirse
ciertas cosas y no ser santos en lo mas mínimo.
Ahora no crea que el hecho de que estas cosas no representen santidad,
no significa que no tendrá algo que hacer.
Sino que por naturaleza, el “SER” conlleva a un “hacer
consecuente”. Esto es, no puedes hacer
nada para ser; pero si eres, (SER) debes hacer algo. (“…así también la fe sin obras está muerta”,
Santiago 2:26). Dicho esto, aun nos
queda la pregunta: ¿Cómo puedo ser
santo? Hebreos 10:10 nos trae una linda
respuesta: “En esa voluntad somos
santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha de una vez para
siempre”. Entonces, somos santificados
por Jesucristo. En el Antiguo
Testamento, hay varios ritos de santificación donde uno de ellos consistía en
derramar la sangre de un cordero sin mancha ni defecto alguno. Vemos que todas esas cosas hechas en el
Antiguo Pacto eran sombra (simbología) de lo que Cristo haría. Jesús, hizo ese acto de santificación al
morir como el cordero sin mancha ni defecto alguno por nosotros de una vez y
para siempre.
¿Cómo ocurre este proceso de
santidad?
1 Corintios
6:11 encierra los tres pasos principales que ocurren en un redimido: “Y esto erais algunos, mas ya habéis sido
lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
Primero: Lavados.
Segundo:
Santificados.
Tercero:
Justificados.
Trataré de
explicar esto de manera sencilla.
Lavados: Mientras Adán y Eva vivían en el Edén, no
había mancha de pecado en ellos. No
conocían lo que era pecado. Cuando la
serpiente fue usada por Satanás para seducirlos a ir en contra de la palabra
dicha por Dios (“mas del árbol de la ciencia del bien y el mal no comeréis…” Génesis
2:17), ellos fueron manchados por el pecado de desobediencia o rebelión. Ya no estaban físicamente, moralmente ni espiritualmente
aptos para estar en presencia de quien es Santo. Sin embargo, somos limpiados
de todo lo que representa el pecado según dice en Isaías 1:18: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a
cuenta: Si vuestros pecados fueren como
la grana, como la nieve serán emblanquecidos, si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana”. Esto se
cumple en Jesús en la expresión de Juan el Bautista: “…He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo”.
Santificados: Adán era santo, por que era puro, separado y
consagrado para Dios. No había
interferencias pecaminosas entre Adán y Dios.
Pero ante la caída, rompió la relación que lo separaba para Dios para
unirse y esclavizarse al pecado, servido por Satanás. Somos santificados por Jesús “…ya habéis sido
santificados…” 1 Corintios 6:11. Ya no
hay una línea de interferencia de sujeción llamado pecado en nosotros que nos
separe de Dios. Dios nos ha separado,
purificado, consagrado por El y para El.
Justificados: Adán era Justo, pues no había pecado que
juzgar en el. Voy a redundar un
poco: La justicia juzga la oposición de lo justo, es decir: el pecado. Entonces, ahora Adán y Eva estaban en
posición de ser medidos por su pecado. Dios
hizo una ley (la ley dada a Moisés) que nos mostraba cual era nuestro pecado,
cual nuestro castigo y cual el remedio temporero para el mismo. Pero Jesús, vino a cumplir toda ley para que
a través de El (siendo el postrer Adán-nuestro representante) sea cumplida y
así llamados justos. Hechos 13:39
dice: “y que todo aquello de que por la
ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en El es justificado todo aquel
que cree”. Romanos 3:24 dice: “siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús”.
Finalmente, ya sabiendo que eres Santo, debes obrar y
actuar en santidad. Como escribí hace
unas líneas antes: por que eres, haces.
Esto es a diferencia del típico religioso que por que “hace, cree que es” pero a estos
Dios un día les dirá: “Nunca os conocí,
apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23). Si eres santo, no debes practicar las obras
de la carne descritas en Gálatas 5:19-21.
Sino que el que es santo, tiene el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23):
amor, gozo, paz paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Este fruto es evidente con acciones a los que
nos rodean.
Luego de tal
explicación, me parece menos pesado la orden de ser Santos. Me parece menos difícil, con menos requisitos
hostigadores humanos y difíciles de alcanzar.
Como lo dice en Lucas 11:46, “Y El dijo: ¡Ay también de vosotros, intérpretes de la ley!, porque
cargáis a los hombres con cargas difíciles de llevar, y vosotros ni siquiera
tocáis las cargas con uno de vuestros dedos”.
Una vez comprendemos que es lo que pide el Señor,
podemos experimentar tranquilidad al leer el tan repetido verso que hasta hoy
nos intimidaba:
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual
nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14
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