Hay eventos. Momentos, decisiones que
de alguna manera nos llegan a todos. Ahí
están para en algún momento hacer su aparición en nuestras vidas. La tristeza, la congoja, la desesperanza y
como ultima opción, la frustración. Es
lo que está ocurriendo en nuestro país, es lo que esta ocurriendo en el
mundo. La gente está en espera de una
alternativa real que los haga salir de este caos por el cual está atravesando
el mundo. Queremos soñar que podemos
llegar lejos, que podemos hacer algo, que podemos macar la diferencia para
nosotros, para nuestra familia. Pero de
momento llega, ese velo negro que empaña nuestra mirada, como el polvo del
desierto del Sahara, todo se ve brumoso y nos sentimos pegajosos, se nos van
las fuerzas y nos miramos y estamos en el mismo lugar; frustración. Los que dijeron que nos acompañarían en
buenas y malas desaparecen. Y a la mejor
oportunidad traicionan sus “ideales”… lo que es correcto, por un mejor sueldo,
una mejor posición y hasta un mejor lugar, olvidando la familia y la amistad
como dice aquella canción de Fiel a la Vega.
Y aquí quedamos nosotros nuevamente
soñando futuro y reflexionando pasado. Olvidándonos
del presente, porque lo damos por hecho.
Damos por hecho el mismo tapón, las mismas luces, el mismo trabajo y los
mismo tratos. La misma iglesia y
usualmente un sermón muy parecido al de algún Domingo anterior, lo damos por
hecho. Lo que no nos damos cuenta es que
seguimos creciendo, los años se siguen acumulando, el tiempo sigue pasando y
cuando miremos hacia atrás, será muy tarde.
Porque lo dimos por hecho. Los
amigos dejaron de estar, los enemigos son unos nuevos, porque siempre los hay,
siempre llega aquel que no está contento con su propia vida y al ver tú
felicidad se le activan los engranes del odio e intenta hacernos la vida
imposible. Y nos cubrimos en Dios. Dios el mito, Dios la realidad, Dios el
Todo. Dios la esperanza. Incalculable, inimaginable, nunca visto, pero
ahí.
La frustración es que Dios no hace lo
que nosotros queremos. Pero hace lo que
merecemos, lo que es mejor para nosotros.
A la larga el tiene la razón y muy probablemente nosotros no. Es que no nos gusta analizar. De veras; no nos gusta mirar hacia atrás y
ver el sendero que hemos recorrido para ver hasta donde Dios nos quito la
lepra. Estamos sanos, pero no somos
agradecidos. No viramos a los pies del Maestro
para ver cuan bien esta todo y darle gracias.
No, mejor es decir que vivimos frustrados. Sí, frustrados por que este mundo nos ofrece
villas y castillas y nosotros al no poder alcanzarlas, las queremos
aparentar. Eso es simple
frustración. ¿Porque no ser como somos y
ya? Porque desde hace mucho tiempo
queremos ser aceptados por una sociedad que se rechaza a si misma día a día.
¿Entiendes? Ellos simplemente no se
conocen a si mismos, están frustrados de no poder ser ellos mismo y tu te
conviertes en otro para agradar a aquel que no es él mismo. ¿Complicado?
Sencillo.
La gente anda como zombis, dormidos en
un mundo de despiertos. Por algo la
Palabra dice “levántate tu que duermes y te alumbrará Cristo”. Todos hablan igual, de lo mismo, y quieren
ser todos una replica de una estrella de cine, de un artista pub o de un
gánster. Están frustrados al no poder
encontrarse a ellos mismos, no conocen su esencia, su motivo, su propósito. Tenemos 300 amigos en Facebook y ni uno que
saque la cara por nosotros en la vida real.
Vivimos sellados en la frustración, como viven sellados a sus autos a la
hora del tapón escuchando el “mejor” programa mañanero que lleva 30 años con
los mismos chistes y en nada han ayudado… a nuestra frustración.
¿Cuál es la solución?
Conocernos a nosotros mismos,
aceptarnos como somos sin querer ser otro.
Ser la esencia de aquel que nos llamo de tinieblas a la luz y si aún no
lo hemos conocido, darnos la oportunidad de conocerlo. El mundo se irá y con el, el tiempo. Reconociendo el hoy como la única oportunidad
para realizar una verdadera transformación, nos transformaremos. Seremos aquello para lo cual hemos sido
creados. Entenderemos lo que somos y el
misterio de Dios será develado en nuestra vida.
Creceremos y veremos crecer.
Seremos jardín en medio de un paraíso cuidado por la misma mano del
Creador del Universo. Y nos daremos
cuenta… de que no hay porque estar frustrado.
Dios te bendiga.
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