Pero que no me dañe fue un término que se
hizo muy popular por el pequeño libro de David Wilkinson titulado la oración de
Jabes. Para ser honesto tengo que
aceptar que a través de este libro fue que me cruce con estas palabras que menciona
este personaje en su oración. El pide ensanchamiento,
extensión territorial, que su campamento se expanda y hasta cierta bendición
financiera, pero dentro de todo le dice a Dios que nada de esto lo dañe. De hecho el lo interpone como una condición,
como aquel que dice “Dios tu conoces todas las cosas, si sabes que lo que yo
estoy pidiendo me va a dañar mejor no me lo otorgues” y más aun su petición
también se relacionaba a su relación con Dios.
“Dios si la bendición entorpece nuestra relación mejor no la
envíes”. Cabe recalcar que es muy
interesante esto; ya que muchas veces venimos delante de Dios con las
exigencias de nuestro corazón, porque a veces no son ni peticiones, sino que
exigencias. Venimos delante de Él sin
conocer o apreciar que Él conoce todas las cosas incluyendo el futuro, muchas
veces una oración no recibe respuesta por el mero hecho de que Dios ha visto en
el futuro que nos va a hacer daño.
Jabes nos brinda la oportunidad de ver
estas cosas en nuestra vida. De
reconocer a Dios en su plenitud y parte de esa plenitud es entender que el lo
sabe todo y nosotros no. Mi petición es
poder viajar el mundo y conocer bellos lugares, pero obviamente esta petición viene
acompañada automáticamente de otra y es el dinero necesario para lograr esos
viajes. Ahora, una es petición de sueño,
tipo capricho. La otra como mencione
viene de manera automática para que la primaria se pueda cumplir y ahí entra
Jabes, pero que no me dañe. Muy de
seguro Dios estará complacido en permitirme viajar como lo ha hecho, ¿pero
ponerme en las manos grandes sumas de dinero? (cosa que también ha hecho), bueno
pero es mas dado a que valla de viajes auspiciado por una empresa y yo no ver
el dinero en mis manos como ha sucedido.
Pues me gusta tener dinero en las manos, pero a la hora de manejarlo no
soy el mejor. Para eso Dios me dio una
ayuda idónea, que donde yo suelo fallar ella “empata la pelea” como decimos en
Puerto Rico.
Concluyendo sobre esa corta y pequeña
oración de Jabes, el extracto de la misma y el éxito del libro radica en el
titulo de este articulo, pero que no me dañe.
Es algo que constantemente deberíamos
meditar a la hora de orar tal vez nos demos cuenta de que hay cosas por
las cuales no vale la pena ni comenzar a orar si de antemano sabemos que la respuesta
puede ser dañina. Mejor es pedirle la
capacidad a Dios de poder tener esas bendiciones en un futuro cercano. Dios dame la capacidad de no dañarme cuando
llegue aquello que tienes destinado para nosotros. Por algo Pablo menciona en uno de sus escritos:
“Todas las cosas me son licitas, pero no
todas me convienen”.
Algo parecido en mis propias
palabras. La gracia me permite hacer lo
que yo quiera, pero no todo tendrá las consecuencias graciosas. Sino que cada cuál tendrá que lidiar con las
consecuencias. Hasta entonces Dios, que
no me dañe.
-Dios te Bendiga
-Antonio Andino Jr
3 comentarios:
"Pero que no me dane", buen articulo, me gusta mucho lo q expones aqui. Hay que saber lo que le pedimos a Dios y como lo pedimos, pues El tiene un proposito para cada ser humano, y pone en nuestras vidas con El sabe q nos hace falta; y no lo q nosotros creemos q nos hace falta.
Gracias Betsy... fue inspirado en algo muy personal... a veces uno recibe bendición y no las sabe apreciar.
Son experiencias de la vida, y de eso aprendemos a ser mejores seres humanos. Muchas veces hay q saber esperar en Dios, y sobretodo pedir sabiduria para realizar las cosas q son de su agrado.
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