La visión de
guerra dentro de la Iglesia se ha visto empañada en los últimos años. Aunque ha existido un “auge” notable en el
conocimiento y enseñanzas sobre la guerra espiritual, también mucho de esto ha
venido acompañado de fabulas y mitos y hasta cierto punto muchos cristianos no
han entendido o no han querido entender la seriedad, el ministerio y la carga
(responsabilidad), con la que hay que vivir en una zona de combate
espiritual. La Biblia está llena de
choques de poder entre el Reino de los Cielos y el reino de las tinieblas. Desde Génesis en la caída del hombre, hasta
apocalipsis donde la el dragón hace guerra contra Miguel el arcángel, toda la
Biblia habla sobre el conflicto de los tiempos, sobre el conflicto Cosmo-Universal
y Multiforme que existe desde la Eternidad Pasada. Dentro de todo este contexto los hombres y
mujeres en planeta Tierra están invitados a tomar una decisión consiente o inconscientemente,
pero de todas maneras tenemos en nuestras manos el poder de decisión. Optamos por participar en el Reino de Dios u
optamos por participar en el reino de las tinieblas, siempre existirá una
opción que tomar y una decisión que hacer.
Para saber donde
estamos participando en estos momentos debemos de hacernos la siguiente
pregunta: ¿Dónde están mis frutos? O sea
debemos de analizar el fruto que estamos produciendo como hombres y
mujeres. Debemos ver lo que estamos haciendo
en lo oculto, donde nadie nos ve porque ahí está escondido el fruto de nuestras
acciones. Ahí se revela de lo que en
realidad estamos llenos. Porque en la
vida, frente a las personas podemos pasar con nuestro perfil de hipócritas
(actores que usan mascaras para engañar a los demás). Y si engañamos a los demás no somos hijos
(fruto) de Dios (semilla), sino que somos mas bien hijos (fruto) del Diablo
(semilla), ya que es a este último a quien la Biblia llama engañador y padre de
toda mentira. Mejor dicho y expresado en
la manera mas práctica y más sencilla que puedo, siempre vamos a ser producto
(fruto) de una semilla. Nuestra vida
siempre va a ser la cosecha de nuestras acciones y nuestros actos que son la
semilla. Y siempre dentro de todo este
contexto vamos a representar a un reino… el Reino de Dios para bien o el reino
de las tinieblas para maldad y continua contaminación de nuestro sistema
social.
Siempre debemos
comprender también que nada nos exime de la responsabilidad. No podemos ir por la vida con la falsa excusa
de que no sabíamos o no entendíamos, porque Dios siempre ha tenido gente
dispuesta a nuestro alrededor para explicarnos lo que está sucediendo (muy
probablemente la razón por la cual estas leyendo este artículo). Mas allá nos podemos ir a la Biblia:
Hechos 8:26-39
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Felipe y el etíope
26 Un ángel del Señor habló
a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de
Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.
27 Entonces él se levantó y
fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los
etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén
para adorar,
28 volvía sentado en su
carro, y leyendo al profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo a
Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
30 Acudiendo Felipe, le oyó
que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?
31 El dijo: ¿Y cómo podré,
si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.
32
El pasaje de la Escritura que leía era este:
Como oveja a
la muerte fue llevado;
Y como
cordero mudo delante del que lo trasquila,
Así no abrió
su boca.
33 En su humillación no se le hizo justicia;
Mas su
generación, ¿quién la contará?
Porque fue quitada de la tierra su vida.
34 Respondiendo el eunuco,
dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí
mismo, o de algún otro?
35 Entonces Felipe, abriendo
su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Y yendo por el camino,
llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea
bautizado?
37 Felipe dijo: Si crees de
todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios.
38 Y mandó parar el carro; y
descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor
arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.
Traemos este
Texto a referencia para indicar que el etíope como nosotros no puede excusarse
porque siempre Dios enviará a un Felipe a explicarnos lo que sucede y a fin de
cuantas el lograr persuadirnos para formar parte del Reino de la Luz y su
Justicia.
-Dios te Bendiga
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