Se cuenta que había un Creador de Rompecabezas mágico en una tienda cercana del pueblo. Se decía que niños iban y venían para ver que era lo nuevo en manos del Creador de rompecabezas.
Lo bueno de los rompecabezas de este Creador era específicamente al final. Se dice que cuando colocabas la última pieza del rompecabezas salía un brillo mágico que llenaba de gozo a los niños. Por eso los niños eran locos con los rompecabezas de Aquel hombre. El Creador de Rompecabezas estaba maravillado al ver la reacción de los niños cuando terminaban un rompecabezas.
Entonces un día el Creador de Rompecabezas se decidió a crear su Obra Maestra. Su nuevo trabajo consistía en que el rompecabezas ya estaba montado en la caja. Así los niños no tenían que pasar trabajo para recibir la magia que salía del rompecabezas. Sino que simplemente abrían la caja y ya... ahí estaba toda la magia.
Esa tarde un niño entro a la tienda para ver que era lo último que tenia el Creador de Rompecabezas. Lleno de orgullo Aquel hombre se paró, busco la caja del último rompecabezas y se la dio al niño. El niño entusiasmado la cogió en sus manos, listo para comenzar a montar, abrió la caja y recibió el poder mágico. Pero su rostro fue de total desencanto al ver la pieza montada de antemano. Algo había sucedido y el Creador de Rompecabezas se había dado cuenta. No es el hecho del golpe mágico al terminar de montar el rompecabezas, es el hecho de ir paso a paso gestionando hasta lograr ver la figura completa.
Así es el diseñó de la vida. Si pudieras verla toda de una vez, no le darías la oportunidad a Dios de sorprenderte. Sí, verías el final y perderías la capacidad de sorprenderte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario