No podemos negar que aunque somos cristianos a veces sucumbimos al mundo de las tinieblas auspiciado por el Diablo y pos demonios que habitan en el mundo espiritual maligno y sin querer promovemos la conducta pecaminosa en nuestra vida. No es la regla, porque somos cristianos e hijos de Dios, pero sucede. Sino no se nos hubiese dado la advertencia en la Biblia que dice que ninguno mienta porque todos pecan y el que dice que no peca, el tal miente.
Pero debemos recordar también que la Biblia dice que si pecamos tenemos un abogado en el cielo que interviene por nosotros cuando el acusador busca hacernos quedar mal. Esto es el perdón de Dios que adquirimos por medio del sacrificio de Jesús en la cruz. El mismo apóstol Pablo nos habla sobre la gran misericordia de Dios y el poder de su perdón cuando nos habla de que nada podrá separarnos del amor de Dios. El dice que mi lo alto, ni lo bajo, ni lo ancho, ni lo profundo, nada podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús.
Este artículo nace de la necesidad que tenemos de que a veces alguien nos reafirma sobre la seguridad del amor y del perdón de Dios. Sucede que muchas veces podemos haber caído en tentación y en lugar de buscar el perdón y la misericordia de Dios nos entregamos en los lazos del Diablo y comenzamos a caminar hacia atrás en nuestra relación con Dios. Es por ésta razón que necesitamos entender que Dios perdona nuestras ofensas y nos ama con tal amor que su misericordia y su gracia se establece por encima de los pecados que hayamos cometido.
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