El sistema del mundo, lo que la Biblia
llama (el mundo) se especializa en ser una fabrica de desesperanza. Desde el día de nuestro nacimiento estamos en
una continua lucha por alcanzar algo.
Comenzamos gateando, por querer caminar y caminamos esperando correr y
ahí se desata una serie de eventos que durará hasta el final de nuestras vidas,
la lucha por un sueño, por algo más.
Puedo decir que ese deseo se implantó en nuestro corazón como parte de
nuestro ADN como humanos, parte de nuestra creación. Esa parte de nuestra creación que existe para
constantemente recordarnos que hay un destino superior, que siempre hay algo
mayor que podemos hacer. Por eso vemos
tantas personas con lo que otros consideran limitaciones (físicas o mentales) y
que logran tanto en la vida. Estas
personas tienen fe en ese cometido y no se dejan llevar por lo que el sistema
del mundo dicta. El sistema del mundo dicta que tu no tienes el
poder o peor aún te vende un sueño, lo acomoda como algo que realmente
necesitas, solo para darte cuenta al final que es como la espuma y
desaparece. Así es el sistema del mundo,
le llena la cabeza a la gente de supuestos.
Mientras por otro lado está el maravilloso
don del cielo. Ese don del cielo dice
que tu tienes un propósito divino por el cual fuiste creado y que desde la
fundación del mundo se te dio una misión para cumplir en planeta Tierra. Creo firmemente que al encontrar esa misión,
ese don del cielo es donde realmente todo ser humano encuentra su
realización. Mientras el ser humano no
encuentra ese propósito está simplemente siguiendo sombras o como dicen muchos
“dando cantazos al aire”.
Solo Dios conoce realmente cuál es
nuestro propósito y como lo podemos alcanzar.
Solo Él puede ofrecer las herramientas necesarias para que ese propósito
sea manifiesto en los seres humanos. He
visto personas que viven sus vidas completas creyendo que lo han alcanzado todo
y que tienen un completo éxito personal, todas las noches se acuestan luchando
con ellos mismos, como si hubiera algo que faltara, como que algo no está
completo. En el mundo material aparentan
tenerlo todo, todo lo que este mundo puede ofrecer, vehículos caros,
propiedades, viajes y mucho poder y dinero, pero todas las noches se acuestan vacíos. Tambien los he visto al revés, aquellos que
le dan el máximo voto a la “pobreza espiritual” y hacen alardes de lo
“humildes” que son y lo “humildes que Dios los ha llamado a ser”. Solo para ver que su vida no es lo que
realmente ellos querían que fuera. Ambos
casos se recuestan en extremos opuestos pero tan similares. Ambos casos son erróneos. Lo que he visto en la experiencia de vida que
se me ha permitido tener es que la felicidad o éxito del hombre de lo que en
realidad depende es de la relación que establece con Dios y como ambos en un
trabajo colaborativo logran que la misión se cumpla aquí en la Tierra. A algunos se les da la oportunidad de vivir
con bienes y delicias y para otros sus bienes y delicias lo encuentran en
asuntos diferentes y el uno y el otro son certeros siempre que estén bajo el
propósito de Dios.
El sistema mundial es como un velo que se
va a encargar de que no veamos la cosas correctamente. Es como esa nube de polvo que se ve en las
ciudades calurosas, o esa nube que se ve en el ambiente en esas ciudades donde
hay mucha contaminación, no te permite ver claramente. Los medios de comunicación están
constantemente diciendo como debes de vestir, que música debes de escuchar, que
tipo de comidas debes comer, que celular es el más apropiado… hasta el punto de
definir toda tu vida y tu supuesto propósito.
Cuando luchas por esa nube, por ese velo, por esa falsedad tu sentido de
vacío queda aún mayor porque te sientes engañado y aunque no creas, ese es el propósito
del sistema mundial… engañarte.
Espero que logremos despertar del sueño
que nos ofrece este mundo y disfrutar de la realidad de los propósitos de Dios.
Bendiciones
-Antonio Andino Jr
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