Como hija de Dios, he estado meditando en
una frase muy común que escuche en la radio:
“para ser salvo, no tienes que hacer nada solo dejar que Cristo viva en
tu corazón”. Como parte del gran
movimiento de evangelización, por siglos se ha hablado del poder transformador
de Dios en la vida de los hombres. Sin
embargo, a pesar de haber repetido frases como esta, me doy cuenta de que a
pesar de la intención del mensaje y tal vez el mensaje detrás del mensaje, de
cierta manera es un error pensar así y me explico.
Desde el primer pecado el hombre ha
cometido el mismo error: Tratar de
remediarlo. Y es que un par de hojas de
higuera y esconderse tras los arbustos no resuelve ni le da “undo” al
pecado. Una y otra vez el ser humano
tratará de hacer algo para mejorar, para reparar, para desviar el mal que ha
hecho. Sin embargo, lo único que a mi entender debe hacer es dejar de hacer
algo para favorecerte o resarcir tus pecados.
Entonces, la invitación sigue siendo la
misma: “Ven a Cristo” puesto que es el Único
que remendó todo para poder relacionarnos con nuestro Padre. Lo único que requiere es dejar de pensar que
cualquier “buena” idea que tengas de mejorarte puede hacer que merezcas la
invitación o que simplemente pagues por ella. Por lo tanto, a la hora de la
invitación a la salvación consideremos algo: Dios es el Único que ofrece algo
con el único requisito de creer en El y olvidar tus métodos fallidos.
Así que sacia esa sed de querer hacer
algo por ganarlo, considerando en que lo único que puedes hacer es ABANDONAR el
hacer algo para ser salvo.
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